Biografía
Nací en Rusia donde viví durante 7 años. Los primeros 3 años de vida viví en casa de mis padres, sin embargo, cuando ellos se divorciaron empecé a pasar mucho tiempo con mi abuela, llegando a mudarme a su casa porque mi madre se fue a Italia. Creo, personalmente, que mi infancia marcó mucho mi forma de ser, ya que mi padre no quiso hacerse cargo de mí y aceptar sus responsabilidades, como también hicieron sus familiares (lo cual no me sorprende sinceramente, ya que de algún lugar habrá sacado sus valores, digo yo) y mi abuela ejerció de segunda madre en mi vida siendo hoy en día todavía una inspiración para mí.
Cuando tuve que mudarme a Italia me fue muy difícil adaptarme al nuevo ambiente, mi italiano era muy mediocre (llegué a un país donde no sabía decir ni una palabra) y era una niña muy tímida (aunque espabilada y despreocupada) … además, echaba de menos a mi abuela y la vida con ella.
Los primeros dos años en Italia fueron muy complicados por la situación familiar que vivía. No quiero comentar estos detalles porque no me conciernen solo a mí y si no lo hago es por respeto hacia las demás personas, pero puedo comentar que pasé de vivir bien, tener una casa y una vida despreocupada (como debería ser para todos los niños de mi edad) a no tener una casa fija en la que vivir y estuve al punto de quedarme huérfana. Fue así como le pedí a mi madre que, por favor, cumpliese mi único deseo, es decir, tener un hogar TODO nuestro…pedía estabilidad. Y así fue: mi madre compró una casa después de trabajar muchas horas por toda Italia como representante comercial y mi abuela fue a Italia para ayudarla a criarme (ya que evidentemente era una niña pequeña).
Cuando me mudé a mi casa todo empezó a ir mejor y la verdad que empecé a cultivar muchas amistades, practicar deporte y a disfrutar más de cada momento y de la infancia. Tengo que decir que mi madre tuvo bastantes dificultades a la hora de educarme ya que no sabía cómo actuar (teniendo en cuenta de que mi padre no quiso tomar su responsabilidad). Por eso, mi educación fue muy pero que muy estricta y a raíz de eso desarrollé muchas inseguridades. A pesar de eso, le agradezco mucho a mi mamá por todos los esfuerzos que hizo, porque tuvo una vida muy difícil y me dio muchas cosas: pude ir a Inglaterra varios veranos a aprender inglés, fui a academias, practiqué muchos deportes, tuve muchos juegos, libros, ropa, viajes … básicamente lo que los niños y adolescentes desean.
En mi adolescencia fui algo traviesa, me gustaba coquetear con los chicos por diversión. Nunca llegué a tener nada serio, solamente eran conversaciones, miradas, flirteos, y algún beso, pero ahí empecé a conocer más la “esencia masculina”.
En cuanto a los estudios, mi madre y su pareja escogieron por mí lo que tenía que estudiar. La verdad es que nunca quise hace el liceo científico, pero no me quedó otra, y tengo que confesar que a pesar de tener notas excelentes no tenía tantas ganas de estudiar ciencias. Siempre me apasionó el comportamiento humano y los idiomas, pero nunca supe lo que realmente quería. Tenía mucho miedo al juicio, mi madre me educó intentando sacar la perfección de mí y en todo lo que hacía (aunque evidentemente eso es imposible a nivel real), y cada error me llevaba a tener más y más ganas de control por miedo a equivocarme y por mis fragilidades. Me quedaba descontenta con cada cosa que hacía y por mis manías de perfeccionismo no supe ni elegir mi carrera. (Correcto, tampoco la carrera la elegí yo, porque lo hizo mi ex por mí).
Tuve varios “novietes” pero mi primera relación seria fue a los 18 años cuando conocí a un chico español con el que me llevaba 7 años de diferencia y estaba ya estudiando un máster. Nos encontramos en un crucero en América Latina y como había poca diversión fue bastante fácil sintonizar con alguien joven (los dos nos aburríamos). Tengo que afirmar que, si fui siempre buena en algo y fui consciente de mi “habilidad” de detectar a las personas más idóneas, eso era mi elección de parejas. Creo que tuve muy claro desde siempre qué tipo de persona me gusta, con qué valores, qué comportamiento y actitud hacia mí debe tener. Pues mi ex (al que me refiero aquí) era (bueno, es) una persona inteligente, amable, noble de ánimo, pero tenía un gran defecto: tenía mucho apego a su madre. Esa era la cuestión por la que al final acabamos rompiendo nuestra relación… pero antes de seguir contándote más, quisiera decirte cómo acabé en España.
Cuando estaba a punto de terminar el liceo (año 2015) decidí irme de casa. Uno de los motivos de dicha decisión fue una gran discusión con mi madre que quería que estudiara lo que ella quería y donde ella quería (entre varias razones). Fue una rebelión por mi parte. Tuve muchos conflictos y problemas como consecuencia de mi decisión (de la que nunca me arrepentí́, de hecho, creo que hice lo mejor para mí en ese momento e, incluso, para nuestra relación) y me costó terminar los estudios porque era muy ansiosa e inestable emocionalmente, pero al final acabé con sobresaliente.
Cuando terminé los estudios me mudé a España. Me admitieron en varias universidades y carreras, pero como comenté, eligió mi expareja por mi. Qué paradójico e incoherente fue que dejase a él la decisión cuando al final no quería que otros decidiesen por mí “mi destino” … preferí que mi exnovio tomase la decisión ya que estaba muy puesto con el entorno universitario y laboral y, como ya mencioné, era una persona madura bajo ese punto de vista y también inteligente.
Me matriculé en el grado de Estudios de Asia Oriental (Mención Corea), una carrera de la facultad de Estudios Sociales y del Trabajo. Se trata de unos estudios similares a relaciones internacionales añadiéndole el estudio de un idioma y de un área geográfica muy específica. Tardé muy poco en aprender español porque siempre tuve una gran pasión por este idioma, y en cuestión de 2-3 meses lo logré. La ciudad en la que vivía era Málaga, en casa de mi ex, pero él se fue a Inglaterra a hacer el doctorado, por ello, nuestra relación fue, sobre todo, a distancia (a raíz de eso descubrí que tenía mamitis aguda más tarde, porque antes vivíamos también muy lejos). Tengo que reconocer y apreciar que su familia se portó genial conmigo. Me trataron como una más de la familia, me cuidaron y me apoyaron, fueron excelentes. Sin embargo, eso no fue suficiente y al final del primer año de carrera rompimos, aunque la relación estuvo deteriorándose gradualmente ya en los meses anteriores. En realidad, tuve más de una razón si quise dejar esa relación, pero no vamos a entrar en esos detalles, ya que es pasado y tampoco creo que esa información aporte mucho a este discurso.
Cuando acabamos la relación me fui de su casa y me fui de viaje a Italia a ver a mi madre con la cual me acababa de reconciliar después de un año de conflicto. Celebré ahí mi cumpleaños y luego me fui a Rusia de viaje para despejarme. Estuve con mis abuelos y me lo pasé genial. Tras volver de Rusia, al cabo de algunas semanas conocí ahí a mi actual pareja con la que llevo ya desde octubre de 2016.
Mi novio fue quien me ayudó (con su presencia, sus atenciones y su amor) a reencontrar el equilibrio en mi vida, aunque, yo fui la primera en hacer eso por mí misma…. De hecho, creo que no podemos pretender o esperar que los demás sean los que nos “salven” de nosotros mismos, pero sí, la actitud, el comportamiento y el carácter de las personas con las que estamos nos condicionan de forma inevitable. Debemos tener la suficiente voluntad, fortaleza y motivación nosotros mismos en querer mejorar, cultivar el amor y ser agradecidos por todo, incluso lo que en un principio nos hacía estar tristes y frustrados. Todos mis encuentros, experiencias y preocupaciones me han ayudado a ser quien soy, por eso, no me arrepiento de nada, porque soy quien soy gracias a cada una de mis experiencias.
En cuanto a mi relación…pues esta se desarrolló sobre pilares tales como la honestidad, confianza, respeto, valores compartidos y buena comunicación, y he podido vivir muchas situaciones que me han hecho ver qué es una Relación con la R mayúscula. En principio no fue sencillo, porque hubo muchas personas y situaciones que obstaculizaban nuestro amor, pero al final acabamos estando juntos donde y cómo queríamos. Superamos todo tipo de discusiones, incomprensiones, rechazos, celos, distancias, y más cosas…
Creo que en todas mis relaciones literalmente viví el 90% de las cosas posibles que le podrían ocurrir a una persona con pareja. La verdad es que estoy satisfecha de mi vida porque he aprendido mucho y ahora quisiera transmitir mi conocimiento y apoyo a los que buscan estabilidad y la felicidad en su vida.
Pero no acaba aquí todo lo que te quiero contar sobre mí, la verdad es que me pillas en un día en el que estoy muy animada para escribir y contar mis cosas. Lo que pasa es que quiero que me conozcas tan bien como para entender por qué hago lo que hago.
El comienzo de la relación con mi pareja fue “acelerado”. Empezamos a convivir pocos meses después de nuestro inicio (al cabo de unos 6-7 meses) y te puedo asegurar que fue un paso muy grande pero fundamental porque pude entender si realmente era la persona. Evidentemente, no todo el mundo tiene que tomar una decisión tan importante enseguida, pero creo que tampoco se pueden esperar años antes de hacer ese paso ya que es en la convivencia cuando entiendes si es factible la relación a largo plazo.
Mi novio y yo vivimos en Corea del Sur, en Italia y en diferentes ciudades de España y nuestro estilo de vida fue evolucionando poco a poco. Cuando terminé la carrera, empecé a trabajar para una fundación y estuve involucrada en proyectos muy importantes, conocí a gente influyente y poderosa y me sentía muy satisfecha a nivel profesional y bastante en el plano personal (digo bastante porque mi relación estaba pasando por una fase ‘tóxica’ en la que me parecía que no estábamos avanzando como pareja y a la vez teníamos bastantes divergencias en la forma de ver nuestra vida sentimental) …. Sin embargo, no puedo quejarme porque fue una época que me dio muchas satisfacciones y me sentí exitosa bajo muchos puntos de vista, y todo iba bien… hasta cuando… mi exjefe intentó besarme en un viaje de trabajo. Él había bebido unas copas de más (no me esperaba eso de él la verdad) y empezó a hacer discursos muy raros. Cuando volví a casa me sentí muy incómoda, me preocupé por mi trabajo y no fui capaz de contarle la verdad a mi pareja. Creo que muchas mujeres hemos pasado por este tipo de situaciones en algún momento de nuestra vida.
Al cabo de unos pocos días tenía que entregar un trabajo muy importante y mi contrato iba a acabar (¿a ti también te parece que no fueron una mera casualidad las pretensiones de aquella persona?) Decidí fingir como que no había pasado nada (y me costó porque la verdad soy una persona tan transparente que me cuesta mentir y disimular durante mucho tiempo) y empecé a centrarme en mi trabajo. Tuve una sensación muy extraña por la cual me dio por ponerme con el trabajo hasta las 4 de la mañana hasta acabar la tarea final que me faltaba porque sentí que el día siguiente no iba a poder trabajar. No sabía por qué, pero recuerdo aún que puse música muy triste y melancólica, echándome a llorar mientras redactaba cada párrafo del informe que tenía que entregar.
El día siguiente envié por la tarde el trabajo y a media tarde me llamó mi prima desesperada anunciándome que mi abuelo había fallecido. No sabía si creerle porque mi madre había estado con el abuelo literalmente el día anterior y me dijo que estaba bien, y, además, la relación con mi prima y mi tía se había deteriorado a lo largo de los años por una serie de peleas que había tenido mi madre con mi tía y no hubo forma de solventar ese conflicto. En realidad, estaba sola, ¿a quién tenía? A mi madre, a mi abuela, a mi abuelo, a mi novio y a la familia de mi novio. De hecho, no tengo más familia. Cuando me enteré de que era verdad se me derrumbó el mundo entero encima. No sabía cómo asimilar la noticia, me tiré al suelo llorando y gritando (no recuerdo lo que dije). El día siguiente me fui a Rusia para el funeral, mi madre por el shock que había tenido se perdió en el aeropuerto y no pudo coger el avión y llegó más tarde de lo previsto. Fue muy duro. Cuando asimilé la muerte de mi abuelo empecé a entender que a la abuela le faltaba poco, ya que ella era más mayor que él y estaba últimamente con muchos problemas de salud (de hecho, no pudo ir a Italia el mes anterior por su salud).
Durante mi viaje a Rusia ocurrió algo extraño, mi exjefe me empezó a apoyar, a decir lo que quería escuchar aunque no fuese la realidad o lo que realmente necesitaba escuchar y la verdad es que caí en la trampa. Estaba tan aturdida que no sabía qué estaba pasando con mi vida, eran muchos cambios de golpe y sin previo aviso. No estaba preparada psicológicamente. Finalmente, cuando volví a España, empezaron las negociaciones para mi nuevo puesto, no ocurrió nada significante con mi exjefe, aunque tengo que decir que intentó llevarme a su segunda residencia para “invitarme a ver su casa vacía” y, evidentemente, rechacé. Tuvimos muchas llamadas y mi único interés era el trabajo, no le podía denunciar porque era una persona con mucha influencia y tenía miedo, vergüenza, incertidumbre, no quería otros problemas. Finalmente, la mujer de esa persona se enteró (no sé cómo, yo creo que fue simple intuición femenina) de su interés hacia mí (en realidad nunca le gusté). Pues de repente, ella decidió no contratarme (mi trabajo dependía de ella ya que estaba un escalón por encima de mi jefe en dicha organización) y me quedé sin trabajo porque, claramente, como no quise ir a su casa a “explorar” los rincones de esta, no tuve ningún otro apoyo.
Después de haber pasado las peores Navidades de mi vida, mi abuela fue a verme a mí y a conocer a mi novio a España. Cuando la vi percibí que estaba muy frágil, envejecida y débil. No estaba segura de si eso se debía a mis ideas por el trauma que tenía de haber visto a mi abuelo difunto o si era real. Mi novio me confirmó que estaba en lo cierto. Pues a raíz de eso empezamos a cuidar a mi abuela con todas nuestras fuerzas, intenté centrarme en el máster y en disfrutar el tiempo con ella. Una noche noté que ella estaba despierta, le pregunté qué tal y me comentó que tenía mucho malestar a nivel intestinal y fui al baño noté gotas de sangre, rápidamente lo asocié a ella, entonces le pedí a mi novio que llamara el hospital para que la ambulancia viniese a casa. Menos mal que reaccioné de semejante manera porque tuvo una rectorragia que la dejó inconsciente.
Después de dos semanas de pruebas, noches en el hospital y preocupaciones nos dijeron que tenía cáncer y estaba en fase terminal. Le ocultamos su enfermedad porque mi madre y mi tía (con la que volvimos a hablar a raíz de lo ocurrido) decidieron no comentarle nada. Fue una decisión tomada para su bienestar psicológico, para que pudiese “disfrutar” de sus últimos meses. Llegó la pandemia, mi abuela se fue a Italia en espera de una operación que podía alargarle la vida, yo me quedé en España y estuve en contacto con ella cada día. Empecé a desarrollar un gran sentimiento de culpabilidad, pensaba que no había sido una buena nieta, que no siempre había estado presente como debía, y cada día mi cabeza me castigaba más. Fueron meses duros, los pasé casi por completo entre la cama para dormir y deprimirme y el sofá para avanzar en el máster, de hecho, durante la cuarentena no salí ni una sola vez hasta el mes de mayo. Fue literalmente el peor año de mi vida. Tuve tantas decepciones, tantos traumas, tantas preocupaciones que lo único que quería era que el tiempo pasara. Tampoco quise recibir ayuda psicológica. Mi abuela falleció y fui a verla. Me dijo sus últimas palabras y desde entonces lo único que quería era acabar con el dolor y el sufrimiento.
Cuando volví a España, la recuperación fue paulatina. Empecé a desarrollar cancerofobia cuando me enteré de que tenía un pequeño bulto benigno en la mama. Todo lo que sentía lo somatizaba, entonces decidí acudir a una psicóloga para recibir ayuda porque me estaba torturando yo a mí misma (aunque la verdad fui medio forzada, sabía que lo necesitaba pero no confiaba en que alguien me pudiera entender y ayudar). Mi novio, mi suegra y los abuelos de mi pareja fueron una gran ayuda, no solamente económica sino también moral, ya que pude “aprovechar” el momento para dedicarme a “sanarme”. Gracias a esos duros meses y todo el trabajo que realicé en mí misma guiada por mi terapeuta y el interés que todos estos temas me despertaron (algo dentro me decía que tal vez entender en profundidad esos dolores, emociones, sentimientos… era el camino correcto) puede entender algunos conceptos clave que definieron todo mi futuro. Comprendí la esencia de la palabra amor y de la palabra familia (tanto por los recuerdos del pasado como las vivencias de ese presente) y lo que más marcaría todo mi futuro, comprendí que la psicología, el ayudar a las personas en situaciones como la que acababa de vivir o similares era lo que realmente quería hacer en mi vida.
Como te acabo de comentar, empecé a entender más acerca de mis sentimientos y pensamientos, empecé a practicar el mindfulness y a animar cada vez más a las personas dando consejos. Descubrí que las redes sociales son muy poderosas y las oportunidades de alcance que tienen las personas son inmensas. También pude entender con la ayuda de mi psicóloga que tengo un talento especial en entender a las personas, situaciones y emociones y eso me dio mucho coraje para seguir emprendiendo en el mundo digital y empezar mi segunda carrera: me puse a estudiar psicología para entender en mayor profundidad el ser humano en todas sus facetas y a la vez ganar cada vez más conocimientos. Además, seguí avanzando y me certifiqué en coaching personal y realicé un posgrado en sexología.
Me mude a Gran Canaria por motivos laborales de mi pareja y luego nos quedamos porque nos gustaba la isla por su clima y su forma de vivir la vida (al principio me chocó mucho su manera de hacer y vivir, pero con el paso de los meses me di cuenta que su comportamiento muchas veces concebido como “vago” por gente de fuera tenía a menudo más sentido que el caos, estrés y ansiedad que se vive en muchas grandes ciudades del mundo). Durante mi estancia, además, pude abrir mucho mi mente hacia el respeto de todas las personas y el no juzgar a nada ni nadie…pues cada uno es libre de vivir su vida como quiere (siempre que no perjudique a otros obviamente).
Tras esa estancia en las islas y en busca de descubrir más sobre el mundo tras entender que hay una parte del conocimiento que no se encuentra en los libros y solo se puede adquirir viviendo experiencias, ya sean buenas o malas pero experiencias, decidí junto con mi pareja dejar todas nuestras cosas en un trastero, hacer las maletas e irnos a vivir viajando por el mundo, enfrentándonos a nuevos retos y descubriendo cada día historias de personas tan diferentes entre ellas pero al final tan iguales…porque aunque te lo pretenden vender por las redes sociales, no existe un mundo ideal ni unas vidas perfectas y cada persona tiene sus problemas.
Mi experiencia de vida en Canarias me ayudó a desarrollar ciertos valores como la tolerancia, una mayor objetividad, y a trabajar en mi empatía y con motivo de interés en cuestiones de parejas y sexualidad decidí retarme escribiendo una novela erótica publicada en febrero 2024, donde pretendo mostrar realidades más comunes de lo que se creen.
Quiero matizar que durante todo ese tiempo las redes sociales fueron para mí un medio poderoso para redimirme de mi angustia. El hecho de haber podido descubrir por fin un talento, me ayudó a centrarme más en mis objetivos y me motivó a esforzarme mucho en mi crecimiento personal y a ayudar a las personas (no obstante los comentarios negativos, haters y el estrés diario al que se enfrenta una persona que expresa abiertamente sus ideas exponiéndose a millones de usuarios). Y.…este es mi propósito: llegar a ayudar a aquellas personas que buscan estar bien en sus relaciones y emocionalmente, que están comprometidas con su desarrollo y sus ganas de mejora constante y que quieren tener una vida plena y satisfactoria.
Este ha sido un pequeño resumen de lo que ha sido mi vida hasta ahora… como has visto, somos todos humanos, vivimos, nos emocionamos, sufrimos, nos alegramos… somos tan perfectamente imperfectos y nos merecemos conseguir la felicidad si es lo que de verdad buscamos y estamos dispuestos a luchar por ello.